miércoles, 28 de noviembre de 2007

ROAD TO THE OSCARS (4): Nominaciones Independent Spirit Awards 2008



Antes de hacernos eco de las primeras 'shortlists' oficiales para los Oscars, empezamos la carrera con unos premios que, oficialmente, nada tienen que ver con los de la Academia, pero que cada edición se vienen entregando la noche antes en unas fiestas playeras que ya quisieran los del teatro Kodak: los Independent Spirit Awards. Aunque ya se sabe que el cine independiente ha ganado mucho peso en los últimos años -también porque se ha hecho menos independiente, todo sea dicho-, difícilmente los Spirit volverán a repetir un plantel como el que vivieron hace dos temporadas con Brokeback Mountain, Crash, Capote o Good night and good luck entre otras nominadas. Sea como sea, su presencia y, sobre todo, su influencia los hacen incuestionables y este año tenemos entre las candidatas varios ‘hits’ seguros para los Oscars y, obviamente, para los premios que aquí nos ocupan.


Aunque el reparto de nominaciones es bastante equilibrado y la selección más que digna, la favorita a buena parte de los premios a los que aspira es el nuevo trabajo de Todd Haynes, I'm not there. La película de Dylan sin Dylan que retrata al genio de Minnesota en sus diferentes aspectos se postula como vencedora por K.O. cuando se entreguen los premios allá por febrero. No sólo tiene 4 candidaturas de las que algunas como la de mejor actriz de reparto -que la omnipresencia no pueda contigo, Cate- y, muy probablemente, la de mejor dirección ya apuntan bastante claramente en su dirección, sino que se ha hecho con el recientemente instaurado premio Robert Altman, que se otorgará al director y al casting de trabajos independientes especialmente destacables. La única que podría pararle los pies a la Blanchett sería Jennifer Jason Leigh, acompañante de la Kidman en la cuestionada Margot at the wedding, pero todos sabemos que eso no va a pasar.


La principal rival de I'm not there de cara a los titulares y en el futuro como apuestas ‘indie’ para los Oscars será Juno, segundo largo de Jason Reitman. En la estela de Little Miss Sunshine y de su anterior Gracias por fumar es una comedia dramática, con bastante humor negro y un reparto espectacular, que cuenta cómo una familia disfuncional se manejará con el embarazo de la benjamina. A la cabeza se encuentra la enorme Ellen Page que ya levantara aplausos con Hard candy y que parte como favorita en la categoría principal y como rival para la Blanchett en los Oscars. Además, el guión de Diablo Cody, debutante en esto, jugará con la ventaja de participar en la categoría de primer guión para sumar un premio más a la saca al que, con bastante probabilidad, podrá acabar sumando un Oscar. No está mal para una buscavidas que empezó como 'stripper'.


Siguiendo con multinominadas sorprende un tanto la presencia de Un corazón invencible. No debería ser así teniendo en cuenta que viene de Michael Winterbottom, uno de los autores más inquietos de la última década, pero no hace falta ser muy avispado para percatarse de su función casi exclusiva para el lucimiento de la más que segura nominada al Oscar Angelina Jolie. Y sorprende aún más porque colabora a seguir difuminando el ya de por sí difícil de discernir límite entre lo que es cine independiente y lo que no. ¿Por qué una película que está obviamente al servicio de una estrellona de Hollywood está presente y, sin embargo, no lo está el nuevo trabajo de los Coen que han sido siempre adalides de la independencia del cine americano? Puede ser un sobreanálisis de unos premios que no pueden abarcar todo lo que pretenden, pero es un reflejo bastante cristalino de la situación que a día de hoy vive el cine al otro lado del Atlántico.


De incuestionable independencia es el nuevo trabajo de Julian Schnabel, La escafandra y la mariposa, basado en la autobiografía del editor de "Elle" Jean-Dominique Bauby que, tras sufrir una isquemia cerebral, queda totalmente paralizado a excepción de su ojo izquierdo que utilizará para comunicarse. Sin duda Schnabel será el principal rival de Todd Haynes por hacerse con el premio de dirección mientras que su guionista, Ron Harwood, que ya se llevase el Oscar por adaptar El pianista, será firme candidato al premio de guión. La principal competencia que le podría salir es Adrienne Shelly, directora, guionista y co-protagonista de la entrañable Waitress, que sumaría a un guión adorado por la cinefilia el factor póstumo, ya que fue asesinada justo cuando la película iba a presentarse en Sundance. Para desequilibrar la balanza, La escafandra y la mariposa cuenta con el multioscarizado Janusz Kaminski a los mandos de la fotografía y, teniendo en cuenta que su director es antes artista plástico que director, es muy probable que le ganen el premio por la mano a Rodrigo Prieto.


Y ya que hablamos de Rodrigo Prieto, otra de las películas importantes aun fuera de la categoría reina es lo nuevo de Ang Lee, Lust, caution. Además de la nominación del mexicano tiene entre sus baluartes a Tony Leung, que podría aprovecharse de la ausencia de un favorito claro para hacerse por fin con un premio fuera de los circuitos festivaleros, siempre que Seymour Hoffman y las deudas pendientes con Langella por Good night and good luck se lo permitan. Por otro lado, esto va a suponer sin duda un respaldo importante a una película que llega tocada de muerte a EE.UU. por la calificación de NC-17 que le ha clavado la MPAA, es decir, que ningún menor bajo ninguna circunstancia podrá verla en salas, con lo que eso supone de problemas de distribución e, incluso, de mancha moral para la cinta.


Por último, un par de comentarios al respecto de las nominaciones no individuales. La categoría de documental dice bastante poco a la vista de la ausencia de Michael Moore que será sin duda el rival a batir en los Oscars. La presencia que sí sorprende y muy agradablemente es la de Tony Kaye, director de American History X, que se convirtió en un proscrito por defender casi con su vida un metraje original que la productora apoyada por el propio Edward Norton acabó masacrando. En esta ocasión retorna con Lake of fire, un documental bastante exhaustivo que trata el espinoso tema del aborto.


Mientras, la categoría de película extranjera confirma el espaldarazo que EE.UU. le está dando a lo más radical del cine francés cuya Academia llevaba unos años presentando candidatas del más rancio academicismo. En esta edición de los Spirit, y si contamos La escafandra y la mariposa que es coproducción, se juntan hasta 3 títulos galos, incluyendo la muy polémica Lady Chatterley. De hecho, Persepolis sería la favorita clara de la categoría -como lo será en los Oscars-, sino fuera porque aquí el idioma no deja fuera a otra de las grandes de la temporada, Once, que tendrá sus cosas que decir. Si a eso sumamos la nueva apuesta del cine rumano que viene pegando fuerte, tenemos una selección absolutamente diversa de algunas de las mejores piezas del cine europeo.





Y ahora sí, termino con un último comentario. Atención a The savages, que aquí sólo se lleva 3 nominaciones pero que se pueden considerar bastantes si uno tiene en cuenta que se acaba de estrenar hoy mismo en EE.UU. Eso sin contar que está protagonizada por una novia del Oscar como Laura Linney, que ya vuelve a sonar de nuevo en las quinielas y que, con el correspondiente apoyo mediático, la podrían convertir en el 'sleeper' de la temporada.



NOMINACIONES INDEPENDENT SPIRIT AWARDS 2008

Mejor Película

• "Un Corazón Invencible", dirigida por Michael Winterbottom
• "La Escafandra y la Mariposa", dirigida por Julian Schnabel
• "I'm Not There", dirigida por Todd Haynes
• "Juno", dirigida por Jason Reitman
• "Paranoid Park", dirigida por Gus Van Sant

Mejor Primera Película

• "2 Days In Paris", dirigida por Julie Delpy
• "Great World of Sound", dirigida por Craig Zobel
• "The Lookout", dirigida por Scott Frank
• "Rocket Science", dirigida por Jeffrey Blitz
• "Vanaja", dirigida por Rajnesh Domalpalli

Premio John Cassavetes
(Otorgado a la mejor película realizada con menos de $500,000)

• "August Evening", dirigida por Chris Eska
• "Owl and the Sparrow", dirigida por Stephane Gauger
• "The Pool", dirigida por Chris Smith
• "Quiet City", dirigida por Aaron Katz
• "Shotgun Stories", dirigida por Jeff Nichols

Mejor Director

• Todd Haynes, por "I'm Not There"
• Tamara Jenkins, por "The Savages"
• Jason Reitman, por "Juno"
• Julian Schnabel, por "La Escafandra y la Mariposa"
• Gus Van Sant, por "Paranoid Park"

Mejor Guión

• "La Escafandra y la Mariposa", escrito por Ronald Harwood
• "The Savages”, escrito por Tamara Jenkins
• "Starting Out in the Evening", escrito por Fred Parnes & Andrew Wagner
• "Waitress", escrito por Adrienne Shelly
• "Year of the Dog", escrito por Mike White

Mejor Primer Guión

• "Before the Devil Knows You're Dead", escrito por Kelly Masterson
• "Broken English", escrito por Zoe Cassavetes
• "Un Corazón Invencible", escrito por John Orloff
• "Juno", escrito por Diablo Cody
• "Rocket Science”, escrito por Jeffrey Blitz

Mejor Actuación Principal Femenina

• Angelina Jolie, por "Un Corazón Invencible"
• Sienna Miller, por "Interview"
• Ellen Page, por "Juno"
• Parker Posey, por "Broken English"
• Tang Wei, por "Lust, Caution"

Mejor Actuación Principal Masculina

• Pedro Castaneda, por "August Evening"
• Don Cheadle, por "Talk To Me"
• Philip Seymour Hoffman, por "The Savages"
• Frank Langella, por "Starting Out in the Evening"
• Tony Leung, por "Lust, Caution"

Mejor Actuación de Reparto Femenina

• Cate Blanchett, por "I'm Not There"
• Anna Kendrick, por "Rocket Science"
• Jennifer Jason Leigh, por "Margot at the Wedding"
• Tamara Podemski, por "Four Sheets to the Wind"
• Marisa Tomei, por "Before the Devil Knows You're Dead"

Mejor Actuación de Reparto Masculina

• Chiwetel Ejiofor, por "Talk To Me"
• Marcus Carl Franklin, por "I'm Not There"
• Kene Holliday, por "Great World of Sound"
• Irfan Khan, por "El Buen Nombre"
• Steve Zahn, por "Rescue Dawn"

Mejor Dirección de Fotografía

• Mott Hupfel, por "The Savages"
• Janusz Kaminski, por "La Escafandra y la Mariposa"
• Milton Kam, por "Vanaja"
• Mihai Malaimare, Jr., por "Youth Without Youth"
• Rodrigo Prieto, por "Lust, Caution"

Mejor Documental

• "Crazy Love", dirigida por Dan Klores
• "Lake of Fire", dirigida por Tony Kaye
• "Manufactured Landscapes", dirigida por Jennifer Baichwal
• "The Monastery: Mr. Vig and the Nun", dirigida por Pernille Rose Grønkjær
• "The Prisoner or: How I Planned to Kill Tony Blair", dirigida por Petra Epperlein & Michael Tucker

Mejor Película Extranjera

• "4 Meses, 3 Semanas y 2 Días" (Rumanía), de Cristian Mungiu
• "La Visita de la Banda" (Israel), de Eran Kolirin
• "Lady Chatterley" (Francia), de Pascale Ferran
• "Once" (Irlanda), de John Carney
• "Persepolis" (Francia), de Vincent Paronnaud & Marjane Satrapi

Premio Robert Altman

I'm Not There
Director: Todd Haynes
Directora de Casting: Laura Rosenthal
Reparto: Cate Blanchett, Christian Bale, Richard Gere, Heath Ledger, Ben Whishaw, Marcus Carl Franklin, Charlotte Gainsbourg, Bruce Greenwood

jueves, 22 de noviembre de 2007

Muere Fernando Fernán-Gómez, gigante de la cultura en español



Y el rayo que no cesa. Esta vez es la cultura española en su conjunto la que vive la última pérdida de este infausto 2007. Ayer murió a los 86 años Fernando Fernán-Gómez, una de las grandes figuras de este país y auténtico hombre del Renacimiento moderno, casi último superviviente de un grupo de actores incontestables a los que se podrían añadir nombres como los de Fernando Rey y Paco Rabal.


Tras nacer casi por error en Lima, como es de rigor en un buen cómico, llegó a España con su abuela que fue la que se encargaría de su educación en esos primeros años. A comienzos de los 30 empezó ya a interesarse por el teatro en sus días de estudiante, pero no pudo estudiar Filosofía y Letras como era su deseo por el estallido de la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda, consiguió hacerse un hueco como meritorio y en la compañía de Laura Pinillos fue descubierto por Jardiel Poncela. El gran dramaturgo madrileño le haría debutar en 1940 en el teatro de La Comedia, ni más ni menos, que con un papel en Los ladrones somos gente honrada. Poco después entraría a formar parte de esa galaxia cinematográfica española que crearía la productora CIFESA, para la que protagonizó sus primeros papeles para el recuerdo en películas como Botón de ancla o Balarrasa, dirigida por el "maldito" José Antonio Nieves Conde. A comienzos de los 50 y después de flirtear con el cine internacional en un pequeño papel para G. W. Pabst, protagonizaría junto a Elvira Quintillá la primera de una larga lista de películas fundamentales del cine español, la colaboración Berlanga-Bardem Esa pareja feliz.


Al año siguiente comenzaría su carrera como director que, tras títulos propios de un debutante como Manicomio o El malvado Carabel daría obras tan relevantes como La vida por delante, La vida alrededor, El mundo sigue o la adaptación de la obra de Pedro Muñoz Seca La venganza de Don Mendo. Protagonizadas por algunos de los mejores actores de la época, incluido él mismo, le granjearon una posición de gran relevancia dentro de la profesión. En los 60, mientras dirigía y limitaba su actuación a papeles en comedietas subiditas de tono, comenzó su carrera como literato que le acabaría llevando en el año 2000 a ocupar el sillón "B" de la Real Academia Española. Tras publicar El vendedor de naranjas y fundar su propia compañía de teatro, dirigiría en 1964 una película clave a la hora de definir el cine de este país: El extraño viaje. Con el protagonismo de Tota Alba, Carlos Larrañaga y una descacharrante pareja de hermanos interpretados por Rafaela Aparicio y Jess Franco, contaba en un tono de humor negro una serie de acontecimientos dignos de 'thriller', salpicados por un ácido retrato de la sociedad española de la época.


En los años 70 y tras dar vida al ingenioso hidalgo Don Quijote comenzaría uno de sus periodos más fructíferos como actor. En el 73 protagonizaría dos películas dirigidas por cineastas del nuevo cine español de la época, Ana y los lobos, de Carlos Saura y, sobre todo, sería el padre de las niñas en la imprescindible El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. En el 74 sería Jaime de Armiñán el que le dirigiría en El amor del capitán Brando y un año más tarde, Pedro Olea en Pim, pam, pum... ¡fuego!. En 1976 se llevaría por una pequeña película con guión de Rafael Azcona, El anacoreta, el que sería su primer Oso de Plata en el Festival de Berlín -conseguiría uno más en 1985 por el trabajo de Jaime de Armiñán, Stico y, definitivamente, el de Oro honorífico hace tan sólo un par de años-. La década la cerraría colaborando de nuevo con Carlos Saura en la esperpéntica Mamá cumple 100 años que llegaría a estar nominada al Oscar.


Su carrera como literato dio un salto cualitativo cuando en 1978 se hiciera con el premio Lope de Vega por su obra semiautobiográfica Las bicicletas son para el verano, que en 1984 Jaime Chávarri llevaría al cine. El año 85 adaptó el que fuera serial radiofónico El viaje a ninguna parte que, tras dirigirlo para la gran pantalla tan sólo un año después, se convertiría sin duda en su obra paradigmática y en metáfora de una España de tartana y carromato con un incierto futuro. Ese mismo año ganaría el Premio Nacional de Teatro y en poco tiempo le seguirían el Nacional de Cinematografía (1989) y el Príncipe de Asturias (1995). Con El viaje a ninguna parte conseguiría en la primera gala de los Premios de la Academia de Cine los Goya a mejor película, director y guión a los que sumaría el de mejor actor por la también dirigida por él Mambrú se fue a la guerra. Fernando Fernán Gómez se confirmaba como uno de los más grandes de la cultura española.


En los años siguientes protagonizaría películas como El río que nos lleva, El rey pasmado, la también dirigida por él El mar y el tiempo y acompañaría a Paco Rabal en su televisivo Juncal. Pero sería en 1992 con el éxito de la oscarizada Belle époque cuando volvería a escribir su nombre con letras doradas en el cine español ganando su 5º Goya. En estos años 90, se haría habitual su presencia en televisión, sobre todo con la jardieliana Los ladrones van a la oficina, y con pequeños papeles en series como Farmacia de guardia. En 1997 protagonizaría la adaptación de la novela de Manuel Vicent Tranvía a la Malvarrosa y un año más tarde sería Garci con El abuelo el que le volvería a llevar a los Oscars y a hacer ganar un nuevo Goya por su papel de don Rodrigo de Arista Potestad. En 1999 protagonizaría por partida doble dos nominadas al Oscar, primero la adaptación de los relatos de Manolo Rivas en la entrañable La lengua de las mariposas y después dando vida al padre de Penélope Cruz en la fenomenal Todo sobre mi madre que, como todos sabemos, sí se llevó el Premio de la Academia americana.




Pese a su débil salud, en 2001 adaptaría al cine el Lázaro de Tormes cuyo guión le valdría su último premio Goya. Al año siguiente apostaría por un título aparentemente menor cuya presencia convirtió en una de las películas del año, En la ciudad sin límites, dirigida por Antonio Hernández. Tras un pequeño homenaje por parte de Garci en Tiovivo c. 1950 y su paso por la serie Cuéntame, protagonizaría sus últimas ficciones hasta la fecha en el trabajo de Patricia Ferreira Para que no me olvides y en el debut de Gustavo Ron, Mía Sarah. El año pasado y como oportuno homenaje protagonizaría la película-entrevista-monólogo La silla de Fernando, dirigida por Luis Alegre y ese devoto cinéfilo que es David Trueba, demostración de cómo Fernán Gómez podía hacer que una charla fuera más que una charla. A día de hoy todavía tiene 2 películas pendientes de estreno este monstruo que trabajó hasta el final.


Excéntrico, gruñón y enfermizamente tímido, con él se va una pieza fundamental del último siglo de la cultura de este país, perteneciente a una casta de esas que ya no se fabrican. Se echará en falta a alguien tan dispuesto a mandar a la mierda la idiotez que puebla nuestros medios.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Muere Delbert Mann a los 87 años



Esto ya empieza a convertirse en una mala costumbre. A ver si acaba el año 2007 que, como siga así, el 'in memoriam' de los Oscars va a durar más que la gala. Esta vez el que se nos marcha es el que fuera uno de los más reconocidos representantes de eso que se dio en llamar "la generación de la televisión", Delbert Mann. Director de alguno de los mejores productos televisivos de la época, ganó el Oscar por Marty y entre todas sus películas logró llevar a las nominaciones hasta a 8 intérpretes.


Delbert Mann nació Delbert Martin Mann Jr. en la ciudad de Lawrence, Kansas, en 1920. Pocos años después se mudaría con su familia a Nashville donde se graduaría en la universidad de Vanderbilt y conocería a su futura mujer, Ann Caroline Gillespie. Sería allí también donde conocería a Fred Coe con el que empezó a trabajar en el Community Playhouse y que le acompañaría a lo largo de su carrera profesional, produciendo buena parte de sus trabajos televisivos. Al acabar la universidad se enroló en el ejército y participó en el "teatro de operaciones europeo" de la aviación aliada. Cuando se licenció y, obviamente, más interesado en otro tipo de teatro, se estableció en Yale donde estudió arte dramático en su Drama School para dirigir a continuación el teatro municipal de Columbia, Carolina del Sur.

Por entonces, Fred Coe que ya era productor de la NBC le ofreció dirigir el incipiente programa de teatro en directo "Philco Television Playhouse". Mann aceptó el trabajo y en 1949 se mudó a Nueva York. Para la NBC dirigiría, además del programa de Philco, el "Goodyear Television Playhouse" y el "Producers' Showcase" -en aquella época en que la televisión se encontraba en pañales, la existencia de varios patrocinadores favorecía la alternancia de sus programas patrocinados-. Entre todos los 'shows' produjo varios episodios destacables como October story protagonizado por Julie Harris y un jovencísimo Leslie Nielsen, En mitad de la noche con Eva Marie Saint, Lee Meriwether y E.G. Marshall, un 'remake' de El bosque petrificado, por supuesto, con Humphrey Bogart e, incluso, varias adaptaciones shakespearianas como un Otelo que contaba con Walter Matthau en el papel de Iago. En 1953 dirigiría una obra escrita por otro veterano de la II Guerra Mundial llamado Paddy Chayefsky y protagonizada por el también veterano Rod Steiger. Esa obra era Marty. Pese a que luego se convertiría en un fenómeno cultural que llevaría a las abuelas al cine, la primigenia versión televisiva de Marty pasó totalmente desapercibida para las primeras galas de premios. No sería hasta que al año siguiente adaptase la multiversionada Our town de Thornton Wilder que se reconocería su trabajo como director. Ese episodio que contaría entre otros con Paul Newman, Eva Marie Saint y Frank Sinatra le valdría a Mann su primera nominación a los Emmy. Mientras tanto, los kinescopios de Marty -grabaciones en 16 mm realizadas directamente de los monitores y que rara vez se utilizaban para emitir- alcanzaban gran éxito en California en ese momento en la que las conexiones de costa a costa se limitaban casi exclusivamente a acontecimientos nacionales.


En una época en la que superproducciones del calibre de Los diez mandamientos eran las que se llevaban el gato al agua, Burt Lancaster y su compañero en la producción Harold Hecht decidieron apostar por adaptar Marty a la gran pantalla, una película pequeña y barata que les permitiría deducir impuestos -se dice que Marty fue la primera ganadora de un Oscar cuyo presupuesto era menor que el gasto promocional-. Pese a ello no dejaba de ser un gran reto meterse en un proyecto de una película sin apenas presupuesto, sin estrellas contratadas, rodada en blanco y negro y basada en un episodio televisivo que todo el mundo pudo ver gratis apenas dos años antes. Rod Steiger no quiso vincularse a la compañía de Hecht y Lancaster para repetir papel, así que éste recurrió a su compañero en De aquí a la eternidad, Ernest Borgnine para que sustituyera a Steiger como protagonista. Borgnine no sólo no había interpretado todavía ningún protagónico importante, sino que todos sus personajes habían sido tipos despreciables en las antípodas del apocado carnicero que da nombre a la obra de Chayefsky. A la vista de tan escaso futuro, Lancaster se excluyó del proyecto y Hecht quedó como único responsable de la producción e, irónicamente, de recoger el Oscar que vendría. Marty se convirtió en un éxito arrollador entre la crítica incluso antes que entre el público y fue la primera película americana en ganar la Palma de Oro en Cannes. Cuando logró distribución en EE.UU. alcanzó el muy honorable puesto de ser una de las películas más rentables de la historia y con ello se estableció como la precursora del fenómeno que el cine independiente empezó a vivir en los 90. En los Premios de la Academia optó ni más ni menos que a 8 categorías, incluyendo 3 para su reparto -Borgnine se impondría a Spencer Tracy, James Cagney, Frank Sinatra y James Dean-, de los que se llevaría, además del de su protagonista, el de mejor película, mejor guión y mejor director, siendo el único caso hasta la llegada de Sam Mendes con American beauty en el que un director ganaba el Oscar con su primera película.


Pese al éxito, Mann volvió a su trabajo en la NBC y no dirigió de nuevo para el cine hasta que en 1957 adaptara otro guión de Chayefsky en La noche de los maridos. Protagonizada por los habituales del teatro televisivo Don Murray, E.G. Marshall y Jack Warden, le volvió a servir para visitar Cannes y le valió a Carolyn Jones una nueva nominación a los Oscars. Al año siguiente sería una adaptación del genial Eugene O'Neill, Deseo bajo los olmos, protagonizada por Sophia Loren y Anthony Perkins, la que volvería a atraer la atención sobre su trabajo. Pero, sin duda, su otra cumbre más allá de Marty llegaría ese mismo año con la adaptación de la obra de Terence Rattigan Mesas separadas. Con una producción mucho más notable -las técnicas televisivas ya se habían adaptado al cine como es debido- y un reparto de campanillas, se convirtió en la confirmación de que el teatro de pequeño formato podía competir en igualdad de condiciones con los grandes melodramas de Tennessee Williams o con la superproducción musical de Gigi. David Niven se llevó el Oscar en el que posiblemente sea el papel de su vida y le acompañó Wendy Hiller como la regente de ese hostal que se promocionaba por la posibilidad de comer en mesas separadas -Gladys Cooper, Rod Taylor, Burt Lancaster, Rita Hayworth o la también nominada al Oscar Deborah Kerr ocupaban algunas de esas mesas-. Tras el nuevo éxito se refugiaría otra vez en la televisión y en el 60 volvería a adaptar al cine a un grande, el autor de Picnic William Inge, en este caso con En la escalera oscura, protagonizada por Angela Lansbury, Dorothy McGuire y Shirley Knight que sería la que esta vez alcanzaría la nominación al Oscar.


En 1961 caería en las redes del todopoderoso Martin Melcher, marido de Doris Day y productor de sus películas junto a Rock Hudson, para los que dirigiría Pijama para dos con un guión menos destacable que Confidencias a medianoche, pero dentro de lo mejor de la pareja. Al año siguiente volvería a dirigir a Doris Day, esta vez junto a Cary Grant, en Suave como visón, de nuevo triplemente nominada a los Oscars. Tras una serie de mediocres producciones retornaría a la televisión casi para no volver -apenas dirigiría 4 películas más- justo en el momento en el que era nombrado presidente del DGA, el gremio de directores, cargo que ocuparía durante 4 años. En el 78 y en el 79 volvería a estar nominado a los Emmy por Breaking up y por la adaptación de Sin novedad en el frente respectivamente. Y aún más importante, Delbert Mann se ganó el respeto de sus colegas del DGA que le concedieron su máximo galardón, el premio Robert B. Aldrich, en 1997 y le nombraron miembro vitalicio honorario en 2002.


Así que en estos tiempos de incertidumbre televisiva nos deja uno de los más fieles representantes de la televisión de calidad, que comenzó su trabajo en los turbulentos años de la 'caza de brujas', una época en la que la televisión no era mero entretenimiento y contaba con un buen número de profesionales que la hicieron vivir la que todavía se considera su edad dorada.

martes, 13 de noviembre de 2007

En cartelera: Gone baby gone



Como ya comentamos en su momento, las películas importantes empiezan a llegar y abrimos fuego con Gone baby gone del, quién lo diría, debutante Ben Affleck.


Sí, es la película del 'caso Madeleine', dicho lo cual correremos un tupido velo ya que, más allá del parecido físico de la niña y de las similitudes en los nombres -la actriz se llama Madeline y su personaje se apellida McCready-, la película tiene la suficiente entidad como para que la coincidencia quede en lo meramente anecdótico. Affleck ya demostró con su oscarizado guión para El indomable Will Hunting que su trabajo detrás de la cámara prometía bastante más que lo que ha dado de sí su actuación delante. Como actor siempre ha sido más bien mediocre y sólo cabe destacar sus iniciales colaboraciones con su amigo Kevin Smith y por dar vida a George Reeves, el primer Superman de carne y hueso, en Hollywoodland. En Gone baby gone se ha decidido por adaptar un relato de Dennis Lehane, autor de aquella mítica Mystic River, que vuelve a situarse en los suburbios más deprimidos de la ciudad de Boston. Pero Affleck y su compañero en la escritura, Aaron Stockard, no se dejan intimidar por el precedente -aunque la referencia sea más que obvia- y bucean aún más en la sordidez del mundo de lo que lo hiciera Eastwood en su adaptación. La historia, una más en la obsesión de Lehane por utilizar a los niños como metáfora de la indefensión ante el mundo, es la de Amanda, una niña que desaparece de un hogar totalmente desestructurado, cuyos tíos, ante la irresposabilidad de su madre drogadicta, deciden contratar a unos detectives para que encuentren a la pequeña. De nuevo un barrio que es tejido cicatricial de la gran ciudad, un barrio en el que la gente no tiene otra idea de futuro que sentarse en los destartalados porches de su casa a ver pasar el tiempo, un barrio en el que un niño podría vivir experiencias peores que ser secuestrado. En ese aspecto es en el que, desde la primera secuencia, empieza a destacar la labor de dirección del señor Affleck. Gone baby gone hace alarde de una de las puestas en escena más rotundas que la temporada haya dado y que su director utiliza para retratar a vista de pájaro un barrio miserable y decadente, de atmósfera contaminada y rincones sombríos, sin perder por ello la capacidad de bajar a ras de suelo para retratar a sus moradores, gentes con tan poca estabilidad como los cimientos de sus casas y con pasados tan oscuros como sus callejones. Patrick Kenzie era uno de ellos hasta que decidió hacer algo y se convirtió en detective privado, una especie de ángel caído a la inversa obsesionado con ser el guardián de su comunidad. Junto a su novia Angie Gennaro serán los encargados de pelar una cebolla con más capas de las que hubieran deseado encontrar.


Uno de los problemas de la adaptación es que, según avanza la narración, uno va descubriendo que Gone baby gone no es tan buen material cinematográfico como lo era Mystic River. La investigación policial se va tornando en un complejo 'thriller' emocional al estilo del género negro pero en el que no acaba de quedar tan claro como en la de Eastwood cuál es la tesis que se plantea. Además, como Gone baby gone pertenece a una serie de 5 novelas protagonizadas por los detectives Kenzie y Gennaro, Affleck acaba siendo demasiado fiel y se permite ciertas licencias con respecto a la situación de los personajes en su entorno, de su pasado y de pequeñas historias que acaban resultando inconexas, que todo el montaje termina por resentirse. Tanto es así que la segunda parte de la historia, la que comienza tras la infructuosa búsqueda inicial de la pequeña Amanda, acaba convertida casi en un epílogo explicativo de lo previo. Sin embargo, y pese al terrible uso del 'flashback' y de las escenas de acción que dan idea de su bisoñez, el director remonta el vuelo cada vez que vuelve a lo que sabe, al trato con el diálogo, a demostrar que ser actor antes que director ayuda a no perderle la cara a cómo y quién tiene que decir las cosas.


Por ese lado tenemos uno de los grandes aciertos de Gone baby gone, el casting. Parecería que la cosa queda demasiado en familia con la elección de su hermano Casey como protagonista de la historia, pero lo cierto es que es difícil imaginarse al detective Kenzie con otro rostro. Tal cual lo retrata el guión como un joven de aspecto frágil pero curtido en las calles, el pequeño de los Affleck se ajusta enseguida, no sólo ya por su aspecto inocente, sino por su capacidad de salir de las sombras y morder a perros con aspectos más fieros. De ese difícil equilibrio entre el ser, el parecer y el creer que abunda en la obra de Lehane sale lo suficientemente bien parado como para rozar lo portentoso. Si a esto sumamos su secundario en El asesinato de Jesse James... este puede ser sin duda su año. A él lo acompaña una eterna apuesta de los medios americanos que, por su dudoso criterio a la hora de elegir los papeles, sigue sin explotar su potencial: Michelle Monaghan. Su función en el relato es simple pero esencial, es la voz de la conciencia que expresa las dudas del espectador. Es el personaje que se distancia de la obsesión de su compañero, de la ceguera y la insensibilidad que el trabajo de campo genera y que reflexiona sobre lo que va ocurriendo. En su camino se irán cruzando no pocas grandes interpretaciones como la de Titus Welliver, otro actor surgido del gran reparto de Deadwood, Ed Harris de retorno a su intensidad habitual o el muy sorprendente personaje de Morgan Freeman. Pero si hay un personaje que se convierta en la joya absoluta del ramillete es el de la intratable madre a la que da vida Amy Ryan. Es el personaje por el que programas como el de Jerry Springer pagarían millones: la madre más horrible del mundo pero a la que uno nunca se cansaría de escuchar. Siempre desafiante incluso tras la desaparición de su hija, es un personaje inabarcable y lleno de vida y de ideas que no se preocupa en ocultar, soltándolas como si de una metralleta se tratara. Su Helene McCready es la perfecta definición de por qué se dice eso de 'supporting role', una interpretación de las que genera conflictos y espolea al resto de personajes a mostrarse cómo son. Si no hubiera ya una larga lista de grandes mujeres en papeles de apoyo, Amy Ryan debería ser una de las grandes apuestas para los Oscars. De nuevo una demostración de la gran cantera que es la tele por cable, en este caso del monumental 'thriller' de la HBO The wire.


Visualmente difícil de mejorar -es el doblemente oscarizado John Toll el que está al cargo de la fotografía-, Gone baby gone engancha y acompaña al espectador a bucear en las cloacas de la marginalidad ciudadana, de la doble moral -¿se merece una madre tan horrenda recuperar a su hija?- y de las dificultades para definir el concepto de justicia. El resultado final puede parecer desequilibrado y lejos de la redondez formal de Mystic River, pero nadie puede negar que Ben Affleck en su debut se la juega a tumba abierta y sale con nota del intento después de plantear no pocos interrogantes peliagudos. Y eso ya es mucho más de lo que ofrece el grueso de la cinematografía americana.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Muere el escritor y guionista Peter Viertel a los 86 años



Apenas 3 semanas después de la muerte de su dama, la gran Deborah Kerr, se nos va Peter Viertel, guionista de La Reina de África.


Nacido en Dresde en 1920, huyó junto con su familia del ascenso del nazismo cuando apenas contaba 8 años. Una vez en California, sus padres, Salka y Berthold Viertel, se hicieron un nombre entre los grandes de los estudios hollywoodienses -su madre puso palabras en boca de la Garbo ni más ni menos que en Anna Karenina, La reina Cristina de Suecia y El velo pintado-. lo que favoreció que el pequeño Peter creciera en su casa rodeado de personalidades como Joan Crawford, Charles Chaplin, Thomas Mann, Bertolt Brecht o Aldous Huxley. Con apenas 18 años publicó su primera y exitosa novela, The canyon, y con 21 ya se unió a Dorothy Parker para escribir el guión de Sabotaje, de Hitchcock.


En esos años en los que la guerra arreciaba en Europa, conocería a dos de las personas que más influirían en su vida y a los que él mismo denominó "los amigos peligrosos": John Huston y Ernest Hemingway. Siendo más bien de carácter diplomático, el encuentro con esas fuerzas de la naturaleza fue responsable de algunos de sus mayores éxitos y de sus mayores enfrentamientos como el vivido a tres bandas durante el rodaje en Cuba de We were strangers. Apenas un par de años más tarde se embarcaría en ese proyecto suicida que fue el rodaje de La Reina de África, tanto que la propia Katharine Hepburn dijo de él que "fue el ángel que impidió que todos nos volviéramos locos". Mientras Huston, poco interesado en la novela y el rodaje, se dedicaba a la caza del elefante, Viertel acabó no estando ni acreditado como guionista. Poco después volvería a colaborar con Huston y con Truman Capote en el guión de La burla del diablo para, a finales de los 50, ser el responsable de las adaptaciones de las novelas de Hemingway Fiesta y El viejo y el mar


En esa época y siguiendo una recomendación de Hemingway -"es la mejor novela corta jamás escrita"- comenzó a trabajar en el que acabaría siendo el gran cisma con John Huston, la adaptación del relato de Kipling El hombre que pudo reinar, por la que volvió a no estar acreditado cuando se llevase a la pantalla años más tarde. Sin embargo, Viertel ya era un escritor reconocido gracias a la publicación de sus experiencias en África en Cazador blanco, corazón negro y en un viaje a Viena con motivo del rodaje de Rojo atardecer conocería a la que sería su compañera hasta el final, Deborah Kerr. Lo que no todo el mundo sabe es que, al igual que Paul Newman, eternamente ligado a Joanne Woodward, Viertel también estuvo casado antes, en este caso con 'Jigee' Ray Schulberg, hija del gran Budd Schulberg. De hecho son muchos los que creen que de esta relación surgió la historia que Sydney Pollack llevaría a la pantalla en Tal como éramos. Tras casarse con la Kerr, Viertel se convirtió en su fiel acompañante, abandonando el cine para dedicarse de pleno a la literatura. Su único retorno cinematográfico fue para adaptar su propia historia de Cazador blanco... junto con Clint Eastwood, gran amigo pero con el que no volvió a colaborar porque "no se veía con fuerzas para seguirle en su carrera con la muerte".


A la que nunca abandonó fue a su esposa detrás de la que se ha ido, como siempre, fiel a sus citas.