Muere Fernando Fernán-Gómez, gigante de la cultura en español
Y el rayo que no cesa. Esta vez es la cultura española en su conjunto la que vive la última pérdida de este infausto 2007. Ayer murió a los 86 años Fernando Fernán-Gómez, una de las grandes figuras de este país y auténtico hombre del Renacimiento moderno, casi último superviviente de un grupo de actores incontestables a los que se podrían añadir nombres como los de Fernando Rey y Paco Rabal.
Tras nacer casi por error en Lima, como es de rigor en un buen cómico, llegó a España con su abuela que fue la que se encargaría de su educación en esos primeros años. A comienzos de los 30 empezó ya a interesarse por el teatro en sus días de estudiante, pero no pudo estudiar Filosofía y Letras como era su deseo por el estallido de la Guerra Civil. Una vez acabada la contienda, consiguió hacerse un hueco como meritorio y en la compañía de Laura Pinillos fue descubierto por Jardiel Poncela. El gran dramaturgo madrileño le haría debutar en 1940 en el teatro de La Comedia, ni más ni menos, que con un papel en Los ladrones somos gente honrada. Poco después entraría a formar parte de esa galaxia cinematográfica española que crearía la productora CIFESA, para la que protagonizó sus primeros papeles para el recuerdo en películas como Botón de ancla o Balarrasa, dirigida por el "maldito" José Antonio Nieves Conde. A comienzos de los 50 y después de flirtear con el cine internacional en un pequeño papel para G. W. Pabst, protagonizaría junto a Elvira Quintillá la primera de una larga lista de películas fundamentales del cine español, la colaboración Berlanga-Bardem Esa pareja feliz.
Al año siguiente comenzaría su carrera como director que, tras títulos propios de un debutante como Manicomio o El malvado Carabel daría obras tan relevantes como La vida por delante, La vida alrededor, El mundo sigue o la adaptación de la obra de Pedro Muñoz Seca La venganza de Don Mendo. Protagonizadas por algunos de los mejores actores de la época, incluido él mismo, le granjearon una posición de gran relevancia dentro de la profesión. En los 60, mientras dirigía y limitaba su actuación a papeles en comedietas subiditas de tono, comenzó su carrera como literato que le acabaría llevando en el año 2000 a ocupar el sillón "B" de la Real Academia Española. Tras publicar El vendedor de naranjas y fundar su propia compañía de teatro, dirigiría en 1964 una película clave a la hora de definir el cine de este país: El extraño viaje. Con el protagonismo de Tota Alba, Carlos Larrañaga y una descacharrante pareja de hermanos interpretados por Rafaela Aparicio y Jess Franco, contaba en un tono de humor negro una serie de acontecimientos dignos de 'thriller', salpicados por un ácido retrato de la sociedad española de la época.
En los años 70 y tras dar vida al ingenioso hidalgo Don Quijote comenzaría uno de sus periodos más fructíferos como actor. En el 73 protagonizaría dos películas dirigidas por cineastas del nuevo cine español de la época, Ana y los lobos, de Carlos Saura y, sobre todo, sería el padre de las niñas en la imprescindible El espíritu de la colmena, de Víctor Erice. En el 74 sería Jaime de Armiñán el que le dirigiría en El amor del capitán Brando y un año más tarde, Pedro Olea en Pim, pam, pum... ¡fuego!. En 1976 se llevaría por una pequeña película con guión de Rafael Azcona, El anacoreta, el que sería su primer Oso de Plata en el Festival de Berlín -conseguiría uno más en 1985 por el trabajo de Jaime de Armiñán, Stico y, definitivamente, el de Oro honorífico hace tan sólo un par de años-. La década la cerraría colaborando de nuevo con Carlos Saura en la esperpéntica Mamá cumple 100 años que llegaría a estar nominada al Oscar.
Su carrera como literato dio un salto cualitativo cuando en 1978 se hiciera con el premio Lope de Vega por su obra semiautobiográfica Las bicicletas son para el verano, que en 1984 Jaime Chávarri llevaría al cine. El año 85 adaptó el que fuera serial radiofónico El viaje a ninguna parte que, tras dirigirlo para la gran pantalla tan sólo un año después, se convertiría sin duda en su obra paradigmática y en metáfora de una España de tartana y carromato con un incierto futuro. Ese mismo año ganaría el Premio Nacional de Teatro y en poco tiempo le seguirían el Nacional de Cinematografía (1989) y el Príncipe de Asturias (1995). Con El viaje a ninguna parte conseguiría en la primera gala de los Premios de la Academia de Cine los Goya a mejor película, director y guión a los que sumaría el de mejor actor por la también dirigida por él Mambrú se fue a la guerra. Fernando Fernán Gómez se confirmaba como uno de los más grandes de la cultura española.
En los años siguientes protagonizaría películas como El río que nos lleva, El rey pasmado, la también dirigida por él El mar y el tiempo y acompañaría a Paco Rabal en su televisivo Juncal. Pero sería en 1992 con el éxito de la oscarizada Belle époque cuando volvería a escribir su nombre con letras doradas en el cine español ganando su 5º Goya. En estos años 90, se haría habitual su presencia en televisión, sobre todo con la jardieliana Los ladrones van a la oficina, y con pequeños papeles en series como Farmacia de guardia. En 1997 protagonizaría la adaptación de la novela de Manuel Vicent Tranvía a la Malvarrosa y un año más tarde sería Garci con El abuelo el que le volvería a llevar a los Oscars y a hacer ganar un nuevo Goya por su papel de don Rodrigo de Arista Potestad. En 1999 protagonizaría por partida doble dos nominadas al Oscar, primero la adaptación de los relatos de Manolo Rivas en la entrañable La lengua de las mariposas y después dando vida al padre de Penélope Cruz en la fenomenal Todo sobre mi madre que, como todos sabemos, sí se llevó el Premio de la Academia americana.
Pese a su débil salud, en 2001 adaptaría al cine el Lázaro de Tormes cuyo guión le valdría su último premio Goya. Al año siguiente apostaría por un título aparentemente menor cuya presencia convirtió en una de las películas del año, En la ciudad sin límites, dirigida por Antonio Hernández. Tras un pequeño homenaje por parte de Garci en Tiovivo c. 1950 y su paso por la serie Cuéntame, protagonizaría sus últimas ficciones hasta la fecha en el trabajo de Patricia Ferreira Para que no me olvides y en el debut de Gustavo Ron, Mía Sarah. El año pasado y como oportuno homenaje protagonizaría la película-entrevista-monólogo La silla de Fernando, dirigida por Luis Alegre y ese devoto cinéfilo que es David Trueba, demostración de cómo Fernán Gómez podía hacer que una charla fuera más que una charla. A día de hoy todavía tiene 2 películas pendientes de estreno este monstruo que trabajó hasta el final.
Excéntrico, gruñón y enfermizamente tímido, con él se va una pieza fundamental del último siglo de la cultura de este país, perteneciente a una casta de esas que ya no se fabrican. Se echará en falta a alguien tan dispuesto a mandar a la mierda la idiotez que puebla nuestros medios.
1 comentario:
Esta noticia me llegó desde ayer....
Más que lamentable, esta perdida es como un Tsunamí para las artes Hispanas.....
Yo no conocía a detalle su trayectoria, gracias por este post.
Fue bello su funeral.
.... y usted cuanto mide?
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