Los 25 discos de los 90
Y para abrir fuego qué mejor que tirar de las raíces. Este mondongo monográfico tiene ya casi 5 años y cuando lo releo me dan ganas de reescribirlo entero, incluso cambiando a los componentes de la lista. Pero es lo que tienen los fantasmas de las Navidades pasadas, que son unos tocapelotas sin pelotas. Así que aquí está de nuevo una vieja petición del oyente, la lista de los 25 discos de los 90 ordenaditos cronológicamente. No son los mejores ni los peores, son los que son y mis sudores me costó:
1990
Ritual de lo Habitual (Jane’s Addiction)
Para abrir década, un disco que revolucionó el rock del momento con lo que se dio en llamar funk-metal, Ritual de lo Habitual. Fusiona todo lo habido y por haber, desde baladas acústicas a rock californiano pasando incluso por un mantra. ¿Los protagonistas principales del disco? La voz de Perry Farrell y la guitarra del siempre genial Dave Navarro (no hace falta decir que el grupo por el que es más conocido, los inefables Red Hot Chilli Peppers, están representados un poco más abajo) en canciones como Stop! o Been Caught Stealing.
1991
Nevermind (Nirvana)
1991. El año grande de los 90 y, evidentemente, qué mejor disco para representar este bombazo que el Nevermind, el disco Biblia del Grunge y a la sombra del que estuvo todo aquello que apareció por la época. Los recursos llevados al mínimo proclamando una esperanza vital igual de mínima crearon un nuevo estilo de música que volvió a remover a la juventud como ya hizo el punk. Y a la cabeza de esta generación Kurt Cobain (al que se le sigue considerando una de las personalidades más influyentes de la década) y sus chicos abanderados por una canción, Smells Like Teen Spirit…
Blood Sugar Sex Magic (Red Hot Chilli Peppers)
Con otro de los grandes discos del año, los Red Hot Chilli Peppers dieron una vuelta de tuerca más (o varias) al funk-metal de Jane’s Addiction. Gracias a la producción de Rick Rubin que echó el freno a la guitarra de John Frusciante (probablemente el error de ahora sea un exceso de libertad), el resto de la banda, especialmente la peculiar voz de Anthony Kiedis, pudo aparecer. Y aunque sus canciones siguen siendo igual de provocadoras que siempre (Give It Away es el mejor ejemplo con el bajo de Flea), en este disco destaca como un arcoiris una balada: ¿quién no reconoce los acordes de Under the Bridge?
Ten (Pearl Jam)
El otro manifiesto grunge del año. Más melódico, más limpio y aunque también desencantado, más políticamente correcto que su compañero (quién les iba a decir por entonces que el hijo del Presi sería Presi también y que serían de los pocos en tocarle las narices). En definitiva, un disco más accesible para el público y que gracias a la voz y las geniales letras de Eddie Vedder en canciones como Even Flow, Jeremy y, sobre todo, Black, vendería más 10 millones de copias.
Achtung Baby (U2)
Después de convertirse en una de las bandas más importantes de los 80 con discos memorables como The Joshua Tree, en los 90, U2 se reinventaron a sí mismos con este disco. Al igual que el aquel es muy personal, pero en este caso influenciados por todos esos acontecimientos que movilizaron al resto del panorama (grabaron el disco en Berlín menos de un año después de la caída del Muro) produjeron un disco más reflexivo y más nihilista. Esto se puede comprobar desde la primera canción del disco, Zoo Station, un tema lleno de guitarras distorsionadas y sonidos metálicos y, cómo no, en One, con total seguridad una de los temas más conocidos del grupo y uno de los más amargos también.
Loveless (My Bloody Valentine)
Siguiendo la línea reflexiva de la época apareció un disco extraño surgido de la cabeza y del perfeccionismo de un hombre igual de extraño, Kevin Shields. A pesar de que los recursos son los clásicos (poco más allá de un sampler), lo revolucionario de este disco es que fue capaz de convertir la música únicamente en sentimiento. Rompiendo la linealidad de los discos habituales, este es prácticamente cíclico, siendo casi imposible distinguir los detalles que hacen a sus canciones diferentes, pero siendo perfectamente perceptible una sensación de perfección y de abrumadora melancolía. Y así, casi sin letras intelgibles y entre susurros de 'shoegazer' surgió el 'noise pop'…
Screamadelica (Primal Scream)
En todas las familias hay un primo raro y en este caso el lugar lo ocupa este disco con diferencia. ¿Sus cualidades? Recuperar la música que pusieron de moda los Rolling Stones o Phil Spector y hacerla bailable (sí, eso que Fat Boy Slim y los Chemical Brothers hacen en versión 'techno'). Gracias a la producción de ese loco lisérgico que es Andrew Weatherall y a su cantante Bobbie Gillespie, esto pudo ser posible y de ahí surgieron canciones tan anacrónicas como Movin’ On Up o I’m Coming Down.
1992
Dirty (Sonic Youth)
Después de revolucionar la música a finales de los 80 con Daydream Nation y del más comercial Goo, Sonic Youth debido a la influencia de Nirvana y del productor de ambos, Butch Vig (efectivamente, el tipo inquietante de las gafas de Garbage) lanzaron este disco que recupera la sexualidad y la obsesión de sus antiguas canciones. La presencia del sonido grunge y la influencia del siempre curioso Lee Ranaldo dio lugar a canciones tan impactantes como Sugar Kane o Drunken butterfly.
RATM (Rage Against the Machine)
Probablemente el debut más sonado de los 90. El primer grupo que mezcló hip-hop y metal y le salió bien gracias a la guitarra de Tom Morello y a la atronadora voz de Zack de la Rocha. Con bases no aptas para cardiacos y riffs de guitarra imposibles de seguir, recuperaron en sus letras la lucha por la rebelión contra el sistema y la igualdad en canciones tan potentes como Bullet in the Head, Killing in the Name y Bombtrack. Un disco al que le deben un tributo muy serio todos los grupos que fueran punteros del nu-metal. Lástima que no se volviese a repetir.
Automatic for the People (R.E.M.)
Tras la grabación de Out of Time que fue un rotundo éxito comercial, el grupo de Georgia entró en crisis y se distanciaron emocionalmente. A consecuencia de esta situación, se refugiaron en sus instrumentos y sacaron a la luz toda la melancolía que llevaban acumulada reflejo de la inocencia perdida y de su infancia sesentera a la sombra del ‘flower power’. En este contexto surgió Automatic for the People, un disco bañado en tristeza con canciones tan intensas como Man on the Moon, Drive y Everybody Hurts que demuestran de lo que son capaces estos chicos.
Dirt (Alice in Chains)
El grunge llevado al extremo. La desolación concentrada y la fatalidad de la adicción a la heroína. Así se podría definir uno de los discos más controvertidos y explícitos de la década, autobiográfico de un hombre que acabó sucumbiendo a las drogas, Layne Staley. Para algunos críticos un grupo superior en fuerza incluso a Nirvana, apoyados por sus propios demonios internos y por la compenetración de la voz de Staley con los riffs de la guitarra del que, probablemente, fuese el mejor guitarrista del panorama grunge, Jerry Cantrell. A destacar del disco temas tan densos como Them Bones, Down in a Hole o Would?
1993
Debut (Björk)
¿Quién no conoce a estas alturas de la película a la islandesa más famosa de todos los tiempos? Esta artista multidisciplinar ganadora de premios hasta en Cannes debutó a gran escala, como es lógico, con este disco llamado Debut. La cautivadora voz de Björk canta demostrando que ser racional es irracional y lo dice directamente al corazón, haciendo desear al que lo escucha ser el protagonista de las canciones. Canciones como Human behaviour, Venus as a boy o Big time sensuality demuestran que este es un álbum para los sentidos y presagio de lo que estaría por venir.
Rid of Me (PJ Harvey)
El feminismo radical hecho música, con letras que hablan sobre violencia surreal, caos, sadomasoquismo y sexo en general. Rid of Me, el segundo disco de Polly Jean Harvey, fue considerado por la crítica como un bulldozer musical conducido por la nueva Dalila que venía a sustituir a los Sansones del panorama. Así es la atmósfera que se respira en el disco: guitarras potentes, sonidos electrónicos y, cómo no, la voz subyugadora de la Harvey diciendo lo que realmente quiere. Así que, al que le gusta la caña, sólo tiene que escuchar el tema que da nombre al disco y descubrir este mundo de perversión.
1994
Superunknown (Soundgarden)
El nombre ya lo dice todo. El disco que significó la última gran obra del grunge el año de la muerte de Cobain. Letras llenas de desesperación, alienación y con una grandiosa producción por parte de Michael Beinhorn que les acercó al sonido de Black Sabbath, hacen de este con diferencia el mejor disco de la banda. La prodigiosa voz de Chris Cornell (una pena que se dedique ahora a las tonterías que canta con Audioslave) acompañada por su guitarra y la batería de Matt Cameron hacen de canciones como Black Hole Sun o Spoonman imprescindibles de la década.
Grace (Jeff Buckley)
Y en medio de esta oleada de nihilismo recalcitrante apareció (y desapareció meses después) Jeff Buckley. Una de las voces más personales del rock melódico de la última década, etérea y sensual, que demostró al mundo de la música que la poética de Leonard Cohen no había desaparecido. Canciones para todos los gustos, frágiles, llenas de patetismo y a la vez bellas y sutiles, todo para encontrar un camino de autodescubrimiento que sobrecoge los sentidos. Canciones como Dream brother, Mojo Pin o Hallelujah dejan claro que la música es el mejor vehículo para las emociones.
Definitely Maybe (Oasis) y Parklife (Blur)
No hace falta decir por qué estos dos discos están juntos. Oasis y Blur, los dos grupos fundadores (por suerte o por desgracia para ellos) de lo que se dio en llamar 'brit-pop' sacaron estos discos al mismo tiempo al mercado haciendo que el mundo girase la cabeza para mirar hacia lo que venía de la Gran Bretaña. Los primeros, con un disco que te hace sentir el dueño del mundo por un instante gracias a las inmensas letras de Noel Gallagher y a la voz de su hermano Liam. Los segundos, más gamberros, realizaron una de las mayores odas a la vida londinense y al 'cockney' gracias a las satíricas letras de Damon Albarn y Graham Coxon y al uso de sus respectivos instrumentos. Canciones tan inolvidables como Girls & boys, Badhead o Parklife de Blur y Live forever, Slide away o Cigarettes & alcohol de Oasis hacen de éstos dos grandísimos discos icono de la cultura ‘british’ y de los 90.
1995
Mellon Collie and the Infinite Sadness (The Smashing Pumpkins)
Si hay un disco que marcase este año y gran parte de la década, es el Mellon Collie..., porque si los Smashing Pumpkins ya mostraron un enorme potencial con su anterior disco, Siamese Dream, con este doble disco lo ratificaron sobradamente. Un álbum que recogió a esa generación descarriada, abandonada un año antes por Cobain, y la devolvió a la música grunge de la mano de su genial cantante, Billy Corgan. Gracias a sus grandísimas letras, a su personal voz y a la perfecta sincronía con el resto de la banda (hay partes de las canciones que se supone que sólo pueden ser interpretadas por ellos), crearon un doble disco que tan pronto te hace volar con canciones orquestales como Tonight, tonight como arrastrarte por el fango con otras más guitarreras como Zero o Bullet with butterfly wings. El único defecto de este disco: ser tan bueno que nada de lo que han hecho después ha sido comparable. The world is a vampire…
Maxinquaye (Tricky)
La oscuridad vio la luz en 1995. Marcado por la personalidad de su autor, inquietante y oscura como una pantera negra, este turbador disco mezcla de hip-hop, dub y, sobre todo, mucho 'noise', abrió las puertas de lo que sería uno de los nuevos estilos de referencia de los 90 junto con el grunge, el 'trip-hop' que naciera con Massive Attack en Bristol. Melodías paranoides, guitarras agresivas, voces hipnóticas hacen que este disco no sea uno de esos que se escuchan de fondo, sino que te atrapa y no te suelta hasta que te engancha o te aterroriza con su atmósfera asfixiante.
(What’s the Story) Morning Glory? (Oasis)
El segundo disco de Oasis fue una vuelta de tuerca más en su teoría de recuperar la música de los 60. Mucho más maduro que el anterior y con las ideas más claras pero, ¿por qué hacer de este el único segundo disco de un mismo grupo en la lista? Pues por una razón muy sencilla llamada Wonderwall. A pesar de tener unas grandes canciones, mucho más íntimas que en el anterior, esta perla destaca sobre todas ellas. De una versión de una hortera canción de los 60, salió la que fue elegida por la crítica (europea, ya se sabe que los americanos son muy ombliguistas) la mejor canción de los 90. La voz de Liam Gallagher, acompañada por el resto de la banda y un violonchelo que te sobrecoge hacen de esta una canción inolvidable.
Grand Prix (Teenage Fanclub)
El ojo derecho de la crítica de ese año y, probablemente de la década, fue el 4º disco de este grupo deudor del sonido sesentero más puro. Canciones positivas, voces agradables con un buen acompañamiento de guitarras y unas letras que ya quisieran muchos para sí, hicieron que este disco se ganase tanto a público como a crítica. Temas como About you, Tears o I’ll make it clear hacen que luzca el sol aunque estés en pleno invierno.
1996
Odelay (Beck)
Si hay un cantante que de la noche a la mañana se convirtiese en uno de los artistas más influyentes en todos los aspectos, ese es Beck. Mezcla de todos los estilos que confluyen en California, desde 'hip-hop' a 'soul' pasando por el 'folk' más 'hippie' de Dylan, surgió este disco que arrasó en todas las ceremonias de premios del mundo. Cada canción del disco es un experimento de fusión en sí misma que suena bien mezcle lo que mezcle, como Devil’s haircut o Where it’s at. Un disco caleidoscópico tan divertido e impredecible como una juerga playera.
If You’re Feeling Sinister (Belle & Sebastian)
Si hay un grupo que defina a la perfección qué es el 'indie', esos son Belle & Sebastian, una de las joyas que debería estar en cualquier festival de música que se precie. If You’re Feeling Sinister fue el álbum que les lanzó a la fama dentro de los círculos independientes y que les convirtió en grupo de culto para todos aquellos que huyen de la rutina musical (ellos mismos huyen de la industria que les intenta cazar). Un disco sorprendente, mágico, que rehúye los tópicos y trata de explorar la cotidianeidad como si cada momento de la vida fuese algo especial. Canciones como Get me away from here I’m dying o Like Dylan in the movies te transportan desde la simple alegría a la más oscura melancolía. Un disco para escuchar un domingo por la mañana.
1997
OK Computer (Radiohead)
Año 97. Palabras mayores, aparece OK Computer. El disco que cualquier grupo hubiese querido crear. Un disco que cambió la manera de pensar con respecto a la música. Los chicos de Thom Yorke habían tenido ya un gran éxito con The Bends, pero nadie era capaz de imaginarse lo que venía después. Un disco crudo, escalofriante, apabullante, tenebroso, único. Un 'collage' de sentimientos que subyugan a cualquiera con canciones perfectamente ordenadas que proceden de algún lugar desconocido. Paranoid android, Karma police o Climbing up the walls son temas que quedarán para la historia de la década y como epílogo del siglo. Una obra indescriptible que convirtió a Radiohead en la mayor banda de culto del último lustro y que nadie debería dejar escapar.
1998
Mezzanine (Massive Attack)
A pesar de que ya hacía unos añitos de la aparición del 'trip-hop' a través de la música de Tricky y de los propios Massive Attack con su germinal Blue Lines, este disco supuso uno de los mayores bombazos de un género tan minoritario como este. Si ya los anteriores eran oscuros por los sentimientos que transmitían, Mezzanine es como un agujero negro que ni siquiera deja escapar la luz. Post-apocalíptico como Blade Runner, amenazante, hipnótico, subterráneo… y con una canción (y un vídeo) magistral que sacó de cuadro al mundo gracias a la voz de los Cocteau Twins, Liz Fraser, Teardrop. Una banda sonora para los sueños más extraños o para las mayores pesadillas.
Pues aquí acaba la lista, espero que os haya gustado, y que os haya hecho plantearos dónde están ahora grupos como estos que sean capaces de marcar una época.
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