En cartelera: La escafandra y la mariposa
Pues sin una especial devoción fui hoy a ver lo último de Schnabel, La escafandra y la mariposa, y he salido pensando que es, probablemente, lo mejor que he visto en una sala de cine en algún año. Me tendría que remontar a Brokeback Mountain para encontrar algo a la altura en emotividad y a Las invasiones bárbaras para encontrar un guión tan inteligente y con tantísima ironía y fuerza dramática -de hecho, es muy curioso porque ambas películas comparten parte del reparto-.
La historia es la autobiografía de Jean-Dominique Bauby, redactor jefe de "Elle" que, tras un infarto cerebral, queda totalmente paralítico pudiéndose comunicar solamente gracias al parpadeo de su ojo izquierdo. Pero, en contraste, él es perfectamente consciente de todo y en ese punto es en el que se basa toda la película. La diferencia es que, en lugar de hacer sangre con la situación y dramatizar sobre la angustia de vivir atrapado en tu propio cuerpo (la escafandra) como si de una nueva versión de Johnny cogió su fusil se tratara, lo que hace Bauby es reflexionar con un enorme sarcasmo sobre su situación, sus gentes y sus recuerdos. La memoria y la imaginación como vía de escape, su mariposa. Ahí entra la mano de Schnabel que, como artista multidisciplinar que es, se marca un montaje narrativo que es casi una performance, una demostración de fuerza con saltos entre lo que vive y lo que piensa el protagonista que, a la sazón, ¿no viene a ser lo mismo? Todo, como buena película francesa de elevado nivel cultural, lleno de referencias al cine, la música y la cultura popular que es en algo en lo que, de nuevo, se parece a los trabajos de Denys Arcand en Canadá (ese Marlon Brando como paradigma de juventud rebelde, por poner un ejemplo). Y cómo no, no podía faltar la omnipresencia femenina. Bauby habla de las mujeres de su vida, las necesita y se recrea mirándolas que, para lo que le queda por hacer, no es algo que esté demasiado mal. Antes de verla me habría jugado el culo a que el Oscar de guión adaptado se lo llevaban los Coen, pero ahora no lo tengo yo nada claro.
En cuanto al tema visual la película es un portento. Todo lo que en Atonement eran reproches al montaje y a la utilidad de los recursos de puesta en escena son virtudes en el caso de La escafandra y la mariposa. Se nota que Schnabel es más que un director al uso y cada imagen está tratada con mimo, es como es, no debe ser de otra manera y el propio mensaje te justifica que sea así. A ello colabora el genio multioscarizado de Janusz Kaminski que este año podría añadir el tercer premio a su cuenta si es que Deakins y Elswit le dejan.
Y si detrás de la cámaras el trabajo es inmejorable, delante es simplemente genial. El que da vida a Bauby es ese actor al que pondero siempre que tengo la oportunidad, ese trasunto simpático de Roman Polanski que es Mathieu Amalric. Para los que vivimos fuera de Francia es ese tipo que sube la media de películas como Munich, pero en el cine francés es un secundario de oro y la gran esperanza blanca después de protagonizar Reyes y reina. En este caso, como decía Oti Rodríguez Marchante, está claro que se gana su sueldo, tanto interpretando con la limitación de poder mover sólo un ojo como en los pasajes en los que recrea sus memorias. Pero la galería de secundarios es un 'all-star'. El médico y el cura que apenas hacen un cameo son ni más ni menos que Patrick Chesnais y Jean-Pierre Cassel. Su colega de la redacción es ese dechado de naturalidad interpretativa y colega-muso de Jim Jarmusch que es Isaach De Bankolé. Y la galaxia femenina no se queda atrás. Su amor pasado es Marina Hands y su compañera en la salud y en la enfermedad es Emmanuelle Seigner, ambas estupendas en sus papeles. Pero si hay una mujer que brilla con luz propia esa es aquella revelación de Ararat y Las invasiones bárbaras, Marie-Josée Croze. Su sola presencia ilumina la pantalla como ilumina la propia vida de Bauby con su esfuerzo para que pueda hablar. Y dejo aparte al grande entre los grandes, Max von Sydow, que interpreta al padre de Bauby y que es monstruoso cómo se come la escena cada vez que sale.
Diría más pero creo que ha quedado suficientemente claro que no sólo estamos ante uno de los estrenos del año sino de unos cuantos y que por recurrir a la odiosa comparación es la antítesis de ese pastiche sentimentaloide que es Mar adentro. Lo que en aquella era manipulación pura y dura aquí fluye sin subrayados y sin patetismos,con una banda sonora que es una joya y una puesta en escena que no parece posible que sea tan buena. Así como ayer no recomendaba el visionado de Atonement aquí no puedo por menos que urgir a que sea así porque realmente es una gran experiencia de vida que disfrutar en una sala de cine y vale la pena descubrir que todavía hay rebelión en el Cine y que del marasmo de historias a la vieja usanza que se producen cada año pueda surgir una pequeña joya como esta.
1 comentario:
No eres el primero que me dice esto...
A esperarla con ansias...
Me da gusto por él.
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