domingo, 17 de febrero de 2008

En cartelera: Expiación



Pues por fin fui a ver Expiación y, la verdad, es que me ha dejado una sensación ambigua.


El montaje, en una jugada de autoconsciencia de historia sobre contar historias, fragmenta el relato y lo hace avanzar y retroceder en una serie de golpes que se asemejan al sonido de las teclas de máquina de escribir que acompasan la banda sonora. De estos golpes algunos funcionan, sobre todo concentrados en la primera parte de la historia, la de la confusión infantil y el engaño, y otros huelen totalmente a relleno. Bien contados, pero sin nada que aportar. Por poner un ejemplo tenemos la conversión de la perversa niña en una devota enfermera como parte de su proceso de expiación. Es evidente la finalidad de esos pasajes para definir el personaje y su evolución pero, realmente, ¿nos importa un carajo esa morcilla dentro del relato, ese puñado de cabos sueltos que se atan forzadamente? ¿Si ese personaje quedase 'en off' o su fragmento no fuese tan fiel al ritmo sincopado de la película no ganaría en fluidez? Preguntas que surgen. Lo mismo le ocurre al personaje de McAvoy en su peripecia por el frente francés. El plano-secuencia de la retirada de Dunkerque es impresionante pero, realmente, ¿es necesario que sea así? ¿Es necesario tanto abigarramiento de detalles para describir la nostalgia del personaje? Gracias al epílogo final sustentado por la enorme Vanessa Redgrave entendemos cuáles han sido las intenciones de la película, su reflexión sobre el poder de la palabra para curar y para herir pero, de nuevo, ¿las piezas de la narración y sus formas son las correctas para llegar a esa conclusión? Uno sabe por qué le han contado las cosas que le han contado, pero es una duda permanente el por qué así. A eso hay que añadirle los pecados típicos de las adaptaciones de situaciones contadas con brocha gorda y personajes liquidados en una escena. Ese francés moribundo, esa enfermera despótica, esa compañera que sólo se casará con un marino, ¿no enriquecerían el personaje de la chica con un trato más delicado? También me quedo con ganas de conocer al compañero de McAvoy. Seguro que debía ser un gran tipo, un interesante Virgilio a la británica de nuestro particular Dante en el infierno sin su Beatriz. Siempre se dice eso tan tópico de que una adaptación pierde comparada con el libro pero, en este caso, es evidente hasta para los que nos lo hemos leído, porque lo que trasluce con sus carencias es el buen material del libro. Si se decía del libro que era tremendamente cinematográfico, se puede decir de la película que es tremendamente novelable.


Dejando a un lado el metalenguaje de la película y centrándonos en cosas más terrenas tenemos un reparto en el que lo más destacable son los papeles más pequeños. La Knightley sigue resultando tan repelente como siempre pero, como su personaje transmite la misma sensación de indolencia despreciable, da bastante el tipo. A McAvoy le pasa un poco lo mismo, su función es dar la foto y parecer un buen tío superado por las circunstancias y cuando uno tiene su cara no es un esfuerzo sobrehumano. Es la siniestra niña Saorsie Ronan el descubrimiento evidente de la película, aunque tampoco sea una tipología de personaje especialmente innovadora. Sea como sea, lo cierto es que es el motor del relato y, tanto a nivel interpretativo como a nivel narrativo, lo mejor de la película viene de su mano. Y no dejemos fuera a la Redgrave que, en lo que es prácticamente un cameo -con guiño incorporado, ya que el que la acompaña es el director Anthony Minghella-, se come con patatas a los otros dos que se han pasado más de hora y media con sus desvelos.


En el aspecto técnico y artístico sí que es incuestionable. La banda sonora, aun pasándose de subrayado en la segunda parte, presenta un enfoque interesante que se acopla a la perfección con la particular forma del relato lo que, como ya hemos comentado, no es particularmente sencillo. En cuanto a la fotografía es un espectáculo de sepias y colores satinados que se suma al trabajo de vestuario y maquillaje aunque también peque en más de una ocasión de exceso de composición. Si alguna posibilidad tiene en los Oscars será por aquí.


Por resumir, Expiación es una bonita película, con una gran historia, pero que tiene tantos puntos de fuga en la forma como virtudes en el fondo. Recomendable, sí. Prescindible, también.

2 comentarios:

Champy dijo...

Me mantuvo atento, pero si no te leo o me la recuerdan, ya la había olvidado.

Daba para mucho, y se quedo a medio camino.

Andunemir dijo...

Es que adaptar novelas grandes nunca es fácil. Hay que ser muy hábil para seleccionar lo que se quiere contar y cómo y que luego todo eso funcione en pantalla. Aquí funciona, pero a veces nada más. No es una mala película pero, desde luego, daba para más.